Después de una fulgurante carrera, este hombre parecía haber desaparecido en un retiro forzado por su lucha contra el cáncer. Sin embargo, Supergarcía ha vuelto con más fuerza que nunca, manteniendo con orgullo y auto condescendencia su línea agresiva que no deja títere con cabeza.
Digo auto condescendencia, porque al periodista no le parece mal decir lo que dice, por mucho se pase tres pueblos en dicha entrevista, – con o sin razón, yo no me meto –. Ni le importa que sus declaraciones no tengan más utilidad que escuchar el eco de Supergarcía.
Es cierto que en su derecho está de expresarse libremente – sin insultar, que no lo hace–, pero por qué no lo dijo antes?
Vamos, creo yo que habría momentos más oportunos para meterse con José María Aznar, Federico Jiménez Losantos, Florentino Pérez o Juan Villalonga, momentos en que estos eran sujetos noticiosos más de lo que lo son ahora.
¿Qué sentido tiene la entrevista? ¿Es que Jesús Quintero ha mutado de comunicador a guía espiritual y está exorcizando a los famosos que pasan por su programa?
José María García añora oír el estrépito de su voz en las ondas y el que todos la escuchen… Es el eco de Supergarcía, al que su emisor sube el volumen, como una honda expansiva que otros medios colaboran en amplificar.
Me pregunto si en sus tiempos de estudiante, García se sentaba a la derecha o la izquierda del aula. Aunque estoy casi segura que hacía comentarios que sonrojaban incluso a sus compañeros de fila.
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