jueves, 18 de enero de 2007

Creyente, pero atrofiado

Por si el relativismo no nos hubiese quitado ya bastantes certezas, también el periodismo de los nuevos tiempos se embebe del aura nihilista, y debilita la metodología de verificación.

Parecía ser lo único que nos quedaba a los periodistas, un método. Ya no era válido el movimiento realista, ni su pirámide invertida. Tampoco podíamos decir que éramos objetivos, pues todo punto de vista es relativo. Por tanto la única forma de acercarnos a la objetividad era el método de verificación que utilizamos. Racionalismo, señores.

Sin embargo, no sin razón, los autores Bill Kovach y Tom Rosenstiel (Los elementos del periodismo. Ediciones El País, 2003) dicen que la cultura de la prensa moderna debilita la metodología de verificación. Las tecnologías como Internet o las bases de datos tienen parte de culpa, pues permiten acceder fácilmente a noticias y declaraciones sin que los periodistas tengan que llevar a cabo su propia investigación.

Nos estamos atrofiando, perdemos el olfato antes de ser viejos sabuesos. Ahora lo de que la metodología funciona para ser objetivos también es relativo.

En un intento por recobrar la vieja escuela, los autores insisten en la disciplina de verificación y, por si alguien no entiende que quiere decir el concepto, dan una serie de consejos para ponerla en práctica:

  • Nunca añadas nada que no esté
  • Nunca engañes al lector
  • Se transparente sobre tus métodos y motivos, con el lector y con tus fuentes
  • Confía en tus propias investigaciones, sólo así serás original
  • Haz profesión de humildad

Variopintos mediáticos
Lo de humildad debería subrayarse. ¡Qué interés el de algunos periodistas el de convertirse en figuras mediáticas y qué vicio el del público que, cuando se apaga una estrella, enseguida piden que enchufen otra!

Periodista, sustantivo no siempre atribuible como sinónimo de profesional de la información. Por tanto periodista relativo, pero sin método que lo arregle.

Estos nuevos mediáticos (mediáticos sin nada delante porque son muy variopintos), nos inundan con su interpretación opinativa y desprestigian la información haciendo pasar por hechos reales lo que es ficción.

A veces los pseudoperiodistas – los que no captan la idea de verificación ni poniéndoselo en el telepronter,– son quienes gustan de este estilo. Aunque en la mayoría de los casos son los empresarios, productores o las cadenas las que eligen las marionetas y montan el teatrillo. Que dándolas cuerda, con dos gritos tienen programa y audiencia.

Los que aún somos creyentes, creyentes en la profesión periodística quiero decir, haremos acto de contrición por las veces que nos hemos saltado el proceso de verificación por las prisas y por la comodidad del “todo al alcance de un clic de ratón”.

La penitencia será leve, pues se presupone no ha habido intención de dolo, con ajustarse a algún método de verificación de aquí en adelante basta.

Post Scriptum: El propósito de enmienda no debe ser exclusivo de reporteros y plumillas. Los editores tienen la responsabilidad de predicar con el ejemplo. Si no, no hay credo que valga.

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