Desde que se publicara por primera vez The New Republic (TNR), en 1914, no habían contado con fuentes como las que utilizó Stephen Glass – o al menos, algo así nunca fue descubierto –.
No hay fuentes reales en el último artículo que firma Glass, como en muchos de sus anteriores trabajos. Él se convierte en su propia fuente y forma parte de la farsa que cuenta en cada historia.
Si es que existe alguna fuente en el caso que muestra la película Shattered Glass, y que ilustra esta negra etapa de TNR, es la figura del periodista Adam L. Penenberg. Gracias a sus inquisitorias preguntas, a sus exhaustivas comprobaciones, el reportero de la revista on-line Forbes consigue convertirse en una fuente para el editor de TNR, que descubre así que su joven periodista estrella no es más que un mentiroso.
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