Sobre la investigación de Lowel Bergman, en el caso que recoge la película El Dilema (The Insider, 1999), he de decir que me parece asombroso ver que puede obtener tanta información y de tan buena calidad contando con tan pocas fuentes.
Un misterioso dossier, un experto que se convierte en fuente principal del caso, una serie de personas que también están en la liga anti-tabaco y que plantean una demanda estatal a las tabacaleras… ¡Cuánta casualidad! ¿Con quién contrasta Lowel Bergman esta información? Se me escapan las respuestas.
Una vez más, la reacción agresiva de quien es puesto en evidencia – en este caso las tabacaleras – aporta más información que el propio diálogo. Sin embargo, aún me quedan dudas sobre el anonimato del primer envío de información, así como de la coincidencia en la contratación de Jeffrey Wigand como fuente experta.
Poder de veto
En mi opinión, el gran éxito de Lowell Bergman no fue la investigación en si, sino la defensa que mantuvo ante de su programa y su fuente. Su actitud –y sus contactos en el Wall Street Journal– pusieron en evidencia a la CBS por ceder ante presiones empresariales y practicar la autocensura. El productor/periodista se reveló ante el poder empresarial de veto.
No en vano, el New York Times se hacía eco del caso y publicaba un editorial titulado “Autocensura en la CBS” (13/11/1995), en el que explicaba que la ejecutiva de la corporación de la que forma parte la cadena televisiva, se había inmiscuido hasta tal punto en los informativos que anteponían los asuntos económicos al servicio público.
La CBS no dio más disculpa que un modesto texto (04/02/1996), leído antes de emitir el programa de Bergman, en el que se justificaba aludiendo a impedimentos legales. Es muy lógico que Lowell Bergman sintiera tal vergüenza que decidiese dimitir.
A pesar de haber sido puesto en la lista negra de algunos medios, Bergman ha podido seguir dedicándose al periodismo, probablemente gracias a su fama de incorruptible. El caso de la tabacalera y su defensa acérrima de principio de lealtad al ciudadano, así como el compromiso que mantuvo con su fuente, le valieron mayor reconocimiento del que pudo imaginar.
Además, el hecho de que el caso fuese llevado al cine le ha convertido en una “pequeña celebridad”, como dice él en una entrevista concedida a la publicación on-line JournalismJobs.com. Por otra parte, el haberse convertido en un ejemplo público le da mayor libertad para criticar la tendencia corporativista, que en la actualidad arrasa en los medios.
Hoy Bergman puede decir, sin miedo a censura alguna, que el contenido informativo esta influenciado por el punto de vista corporativo, que los medios ya no se preocupan sólo de la audiencia sino también de los beneficios.
“Sólo necesitan emitir cosas que parezcan reales y llamarlas noticias […] Las palabras periodismo de investigación no significan lo que solía significar”, dice Bergman en la misma entrevista, recordando los tiempos del Watergate, a principios de los 70’.
Esta historia se destapó a mediados de los 90’ y, por desgracia, las cosas no han ido a mejor. El corporativismo y los intereses empresariales ahogan cada día más la profesión periodística.
Por suerte, a mi parecer si alguien grita puede que oigan su voz, aunque sea desde la modestia de un blog.
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