jueves, 15 de marzo de 2007

Cambio fuerza cambio

El desarrollo de la televisión y su incursión en la vida cotidiana a mediados del siglo XX, ofrece una visión distinta del mundo, traslada a la audiencia al lugar de los hechos, hace que sean testigos –indirectos- de lo ocurrido.

Esto afecta a las rutinas periodísticas establecidas hasta el momento. Especialmente a la prensa, que no cuenta con la inmediatez de la radio, ni con el atractivo de la tele.

La vuelta al periodismo de investigación no es más que la respuesta a una necesidad urgente: hacer de la prensa un medio más interesante para el lector.

Esta lucha por la supervivencia entre medios beneficia directamente al público, ya que se recupera un principio fundamental: vigilar al poder de forma independiente.

Se trata de hacer valer el derecho a la información de los ciudadanos, a través de la libertad de expresión e información del periodista.

Este aspecto guarda relación directa con el buen funcionamiento de la democracia, ya que quien no tiene la información adecuada para gobernarse a sí mismo corre peligro de verse sometido sin ni siquiera ser consciente de ello.

La función vigilante del periodismo es un derecho y un deber reconocido por la ley en distintos países, además de una condición necesaria para que exista verdadera democracia.

El periodismo de investigación adquiere una cierta dimensión moral, pues vigila a los poderosos por el bien de una mayoría poco -y mal- representada. Sin embargo, parece no ser suficiente, pues no siempre alcanza a dar voz al que no la tiene.

Tsunami digital
El periodismo digital es hoy lo que la televisión fue a la prensa y a la radio: un golpe de efecto.

La era de la comunicación electrónica pulsa la alarma sobre las rutinas periodísticas asumidas y urge al diálogo.

Los ciudadanos no sólo piden a los periodistas que vigilen al poder, dan un paso más y reclaman un espacio propio en los medios.

Parece evidente que aquellos que no tengan en cuenta estas reivindicaciones acabarán por desaparecer, arrasados por la influencia de la ola digital interactiva.

Es necesario un periodismo vigilante, serio y activo, pero que cuente con la audiencia.

De hecho, la influencia de la demanda de protagonismo del público ya se aprecia en la gran mayoría de los medios de comunicación. Radio, televisión y prensa abren sus puertas a la participación –limitada- de las audiencias.

Nueva polis
Los ciudadanos quieren participar en la vida pública y los avances tecnológicos posibilitan las herramientas necesarias para la revolución. La sociedad de medios crea una nueva polis cibernética, para aquellos que se implican como ciudadanos. Véase como ejemplo el entusiasmo bloguero o el fenómeno “Oh my news”, paradigma del periodismo ciudadano cibernético.

Internet abre las puertas del ágora global, donde los ciudadanos pueden debatir sobre las cuestiones que les preocupan y atañen. El peso de esta comunicación es tal, que no puede ser ignorada por los medios de comunicación.

La audiencia se rebela ante la comunicación mediatizada y sin diálogo, reclama un foro público. Además quiere recibir buen periodismo, tanto interpretativo y como opinativo, información que le ayude a vivir como ciudadano y no como esclavo de los medios.

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