jueves, 17 de mayo de 2007

Información para peces

¿Por qué no nos entretiene la información en sí? ¿Hacía dónde migran nuestros intereses? ¿Tenemos intereses propios (no creados)?

Si como dicen B. Kovach y T. Rosenstiel “las pruebas sugieren que la mayoría de las personas quieren información y entretenimiento al mismo tiempo” yo tengo que plantear otra pregunta ¿ha perdido la información el valor inherente de entretenimiento del que antes gozaba?

¿Cómo hemos crecido las nuevas generaciones para que el conocer ya no sea atractivo? El hombre ha evolucionado gracias a su curiosidad, disfrutaba descubriendo, bien fuesen cosas de crucial importancia como el fuego o aparentemente banales como las sombras chinescas.
¿Es el video-niño de Sartori el hombre del futuro? ¿Un adulto marcado durante toda su vida por una atrofia cultural?

Meditando preguntas
Ya no se narran las noticias, se relata poco o nada, sólo se informa. Los convencionalismos establecidos por los medios de comunicación han apostado por la cantidad en perjuicio de la calidad.

La globalización ha desbordado los canales de información y los gatekeepers abrumados por la avalancha de noticias se ahogan en la selección, siendo incapaces de ofrecer la calidad que el público necesita.

(Digo “necesita”, no “demanda” o “quiere”, porque no podemos olvidar la función social de los medios de comunicación y su papel en el proceso democrático).
La respuesta inmediata al exceso y la brevedad, a la falta de creatividad, es el aburrimiento y el abandono.
Por eso ya no se lee, por eso ya no se presta la debida atención a las noticias, por eso existe una audiencia que exige ‘infotenimiento’ y no unos ciudadanos que demandan información contextualizada.
Cierto es que confluyen otros factores de la vida moderna (falta de tiempo, exceso de trabajo, nuevas formas de entretenimiento, etc), pero yo subrayaría como fundamental la falta de interés, la caída en picado de la curiosidad.
Nos interesa conocer la noticia para poder decir en corrillo que sí, que lo hemos oído, pero no nos interesa lo ocurrido, porque no hay relatos en los que nos merezca la pena profundizar y pronto llegarán historias nuevas de las que hablar.
Así vamos perdiendo la costumbre de informarnos seriamente, se esfuma al tiempo que se disipa nuestra capacidad de entendimiento.
Acabamos dedicando el poco tiempo que nos queda al atractivo ‘infotenimiento’, que crea una falsa sensación de realismo, de que conocemos lo que ocurre en nuestro entorno. Y así es, auque tan sólo sea durante los cuatro segundos que dura la memoria de un pez. Porque al día siguiente ya lo habremos olvidado todo.
Como no pretendo ser apocalíptica, aunque lo parezca, terminaré con un aspecto positivo de esta degeneración intelectual.
Los ciudadanos que degradaron en audiencia, luego en clientes y por último en consumidores, son infieles por naturaleza. Ese “si te he visto, no me acuerdo” que propicia la falta de profundidad, acaba aburriendo tarde o temprano.
El éxito del ‘infotenimiento’ y del sensacionalismo es efímero. Los medios de comunicación se han dado cuenta de que, a largo plazo, es mejor estrategia una buena narración que ofrezca información de calidad.
Ahora sólo queda que los profesionales se libren del cómodo lastre de la pereza y apuesten en su trabajo por formas de información más imaginativas.

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