martes, 12 de junio de 2007

Pastor del demos

El poder persuasivo de la televisión es indudable. Incluso a día de hoy, cuando la mayoría de los ciudadanos de a pie reconocen las falsas verdades que nos presenta, somos incapaces de escapar a sus formas de sugestión. Como ovejas de un redil que se dejan llevar al matadero.

Hablemos de video-política, como hace Sartori, e inevitablemente tendremos que hablar de televisión y (des)información.

Según el autor, la opinión pública y los políticos están dirigidos por los medios, con especial influencia de la televisión. Por tanto, si la imagen es el centro de los procesos electorales y políticos, y la tele condiciona la opinión pública. Entonces la democracia ya no está en manos del pueblo soberano.

Borregos

Tengo que decir que me extraña mucho que Sartori no mencione a Ortega y Gasset, ni a su libro La rebelión de las masas, porque según escribe el autor italiano no somos más que masa aborregada.

No se puede negar que existe una influencia mediática en la democracia. Por muy objetivos que pretendan ser los medios siempre hay una selección y por tanto una manipulación, aunque ésta pueda ser indirecta y derivada de los procesos productivos habituales.

Un claro ejemplo son las encuestas electorales a pie de calle. Cuando se realiza un sondeo preguntando la intención de voto, las imágenes de los votantes se graban y editan de forma que las posturas divergentes queden subrayadas. Esto se hace de la forma más sencilla, controlando la imagen, grabando a los votan al partido A en un plano que les hace quedar más a la derecha, mientras que a los que votan a un partido B el plano los situará más a la izquierda. Se puede alegar que es una cuestión de estilo o dinamismo, pero ¿tan sólo eso?

Resulta paradójico que la televisión, un instrumento cuya mayor virtud es la capacidad de hacer cercano lo lejano, sea usado para hacer del sistema una democracia cada vez más indirecta.


No hay comentarios: