Aunque de forma sucinta, este pensador italiano también aprecia las primeras influencias de la revolución multimedia en una panorama que, para él, está reblandecido por el predominio de los visual
El libro se divide en cuatro apartados:
periodismo, web 2.0 y pensamientos deambulantes
Parece ser que el dominio de la imagen ha convertido al homo sapiens en un ciego rotundo frente a otras formas de cultura.
La forma simplificada de consumo seudo intelectual que ofrece el tele-ver parece haber atrofiado el intelecto del hombre, que de ser un animal simbólico y locuaz pasa a convertirse en un homo ludens a quien sólo le importa el placer por el placer. Para Sartori hay una regresión fundamental del entendimiento humano, una pérdida de la capacidad de abstracción.
Según el autor de La sociedad Teledirigida, gran parte de la responsabilidad de esta involución del intelecto la tiene la televisión.
Sin embargo y desde mi punto de vista, tengo que añadir que un objeto no puede agredir de por sí hasta que se le da el uso de arma pendenciera.
Aquellos adultos que han permitido y permiten que la televisión participe en la educación de sus hijos más que ellos mismos, alimentan video-niños que se convertirán en adultos ciegos a otros estímulos culturales.
Me pregunto qué diría Sartori de la frase “una imagen vale más que mil palabras”.
Homo activo
La era digital trae consigo una forma nueva de cultura en la que los estímulos visuales son fundamentales, pero también exige un homo navegante activo, que avanza en las lecturas a través del hipertexto. Es más le incita a crear, porque ya no es un receptor pasivo, es un prosumidor, que tiene tanto derecho a consumir como a crear.
El ciberespacio, no es tan imaginario ni tan pasivo como Sartori cree, ni mucho menos aburrido. Quizá lo fuese en 1997, cuando se escribió esta obra, pero hoy es un conglomerado de riquezas, tan variadas como los individuos que frecuentan la red. Una realidad paralela conocida como Web 2.0.
A pesar de que han pasado diez años desde que Sartori denunció al homo videns, tengo que darle la razón en que éste parece estar a años luz del conocimiento que se le supone al homo sapiens.
¿Pero qué hombre sabio permitiría que esto pasase a sus semejantes?
El poder persuasivo de la televisión es indudable. Incluso a día de hoy, cuando la mayoría de los ciudadanos de a pie reconocen las falsas verdades que nos presenta, somos incapaces de escapar a sus formas de sugestión. Como ovejas de un redil que se dejan llevar al matadero.
Hablemos de video-política, como hace Sartori, e inevitablemente tendremos que hablar de televisión y (des)información.
Según el autor, la opinión pública y los políticos están dirigidos por los medios, con especial influencia de la televisión. Por tanto, si la imagen es el centro de los procesos electorales y políticos, y la tele condiciona la opinión pública. Entonces la democracia ya no está en manos del pueblo soberano.
Borregos
Tengo que decir que me extraña mucho que Sartori no mencione a Ortega y Gasset, ni a su libro La rebelión de las masas, porque según escribe el autor italiano no somos más que masa aborregada.
No se puede negar que existe una influencia mediática en la democracia. Por muy objetivos que pretendan ser los medios siempre hay una selección y por tanto una manipulación, aunque ésta pueda ser indirecta y derivada de los procesos productivos habituales.
Un claro ejemplo son las encuestas electorales a pie de calle. Cuando se realiza un sondeo preguntando la intención de voto, las imágenes de los votantes se graban y editan de forma que las posturas divergentes queden subrayadas. Esto se hace de la forma más sencilla, controlando la imagen, grabando a los votan al partido A en un plano que les hace quedar más a la derecha, mientras que a los que votan a un partido B el plano los situará más a la izquierda. Se puede alegar que es una cuestión de estilo o dinamismo, pero ¿tan sólo eso?
Resulta paradójico que la televisión, un instrumento cuya mayor virtud es la capacidad de hacer cercano lo lejano, sea usado para hacer del sistema una democracia cada vez más indirecta.
El apéndice de Homo Videns. La sociedad teledirigida, no podría tener mejor título. Esta historia parece ser la de la pescadilla que se muerde la cola. Cierto es que Sartori no plantea nada nuevo, pero lo expone de una forma personal y cuidada, buscando razones y mostrando una preocupación por la caída en picado del concepto de ciudadano, su papel en el mundo y la influencia de los medios de comunicación.
Sin embargo, al finalizar el libro he pensado que me ha faltado el alegato de los culpables, o al menos aquellos que Sartori nombra en el estrado. ¿Qué dicen los padres? ¿Y los jóvenes? ¿Puede hacer más la escuela? ¿Quién domina los medios?
El coletazo
Y vuelvo al circulo vicioso de la pescadilla, porque si bien el pececito es el sujeto activo que muerde, la cola es el apéndice pasivo que se deja morder.
Lo lógico sería pensar que son los medios de comunicación –o quienes los controlan- los culpables del reblandecimiento cerebral que sufre el ciudadano. De hecho Sartori comienza atacando el poder de la imagen y el tele-ver.
Sin embargo, yo creo que ya es hora de que nos hagamos responsables de nuestras propias desgracias. Es tiempo que demos un coletazo y no nos dejemos morder.
La era digital nos brinda una alternativa, infinitas posibilidades de comunicación que escapan al control establecido. Es nuestro deber utilizarlos para bien, con emoción y raciocinio.
Los infinitos telares de la red guardan mil formas de libertad y democracia en sus hilos a los que aún no ha alcanzado totalmente el control mediático.
Comportémonos como ciudadanos en una demosdigital, que nos refuerce intelectualmente como individuos y nos devuelva la conciencia de grupo que lleva al pueblo unido a demostrar su soberanía.
Resistamos sí, pero de forma activa.